ElDiario.es: “Hija, tenemos una relación abierta”: cómo encajan en casa y en la sociedad las relaciones no monógamas

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Wed May 8 17:15:54 CEST 2024


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https://www.eldiario.es/era/relacion-abierta-no-monogama-con-hijos-familia_1_11337812.html

Transcripción:

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“Hija, tenemos una relación abierta”: cómo encajan en casa y en la 
sociedad las relaciones no monógamas

  *

    Aunque ya a nadie le suene ajeno el término “poliamor”, es cierto
    que esta forma de relacionarse resulta aún novedosa; la gestión del
    tiempo con los hijos y vínculos, cómo contarlo (o no) y el juicio
    son algunas de las cuestiones que enfrentan quienes eligen estos
    modelos

  *

    Pregunta a Sara Torres — “Quiero estar en una relación abierta pero
    hay miedo a las inseguridades, competiciones y envidias, ¿cómo
    hacerlo?”
    <https://www.eldiario.es/era/relacion-abierta-como-hacerlo_1_10991242.html>


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  *



Ilustración de Juárez Casanova. Ilustración de Juárez Casanova.

Marta Sader <https://www.eldiario.es/autores/marta-sader/>

3 de mayo de 2024 22:32h Actualizado el 04/05/2024 05:30h

18

Molly Roden está en el aeropuerto a punto de coger un vuelo cuando 
descubre en su móvil numerosas llamadas de su hijo adolescente. Tiene 
también un mensaje: “Mamá, ¿tenéis papá y tú una relación abierta?”. Al 
leerlo, Roden, que efectivamente la tiene, entra en pánico. Así comienza 
el libro /More, a memoir of open marriage/ (Doubleday, 2024) escrito por 
Molly Roden, lanzado a principios de este año y aterrizado, 
directamente, en la prestigiosa lista The New York Times Best Sellers.

Así hablo con mis hijos de relaciones, poliamor o sexo para que 
entiendan que 'lo normal' pueden ser muchas cosas

Así hablo con mis hijos de relaciones, poliamor o sexo para que 
entiendan que 'lo normal' pueden ser muchas cosas 
<https://www.eldiario.es/nidos/hablo-hijos-relaciones-poliamor-sexo-entiendan-normal-cosas_1_10524041.html> 


Tras esta escena /in extrema res/, la narración aborda las relaciones 
familiares, maritales y extramaritales de la escritora desde que sus 
hijos tienen en torno a tres y seis años. En un extraordinario ejercicio 
de franqueza, Roden nos invita a explorar los altos y los bajos de su 
vida desde que ella y su pareja deciden abrir su relación sentimental: 
la euforia al conocer a alguien nuevo (y la decepción al /conocerlo /de 
verdad); los problemas para manejar los celos; la alegría de profundizar 
en el amor de formas inesperadas; la búsqueda de marcos teóricos que den 
respuesta a su estatus relacional… Y, por supuesto, las dificultades que 
entraña el conjugar todo lo anterior con la crianza de dos niños.

Aunque ya a nadie le suene ajeno el término “poliamor”, e incluso haya 
quien esté familiarizado con términos como “anarquía relacional” 
<https://www.eldiario.es/carnecruda/programas/anarquia-relacional-repensar-afectos_132_10924596.html>, 
que propone eliminar la categorización típica de los vínculos –en los 
que la pareja suele estar 'por encima' de los amigos, por ejemplo–, es 
cierto que esta forma de relacionarse es aún novedosa en nuestra 
sociedad. No obstante, como suele pasar también con la infidelidad, 
resulta aún más chocante cuando quienes la ejercen son madres.

*Las madres, no*

“Parece que la mujer solo puede ser virgen o puta; una madre no monógama 
combina esos dos conceptos y los revienta”, explica Anna Magde 
<https://www.instagram.com/desvelandoaladiosa>, madre no monógama que 
comparte sus experiencias a través de su cuenta de Instagram. Ella lo 
sabe bien: cuando uno de sus /posts /sobre crianza en relaciones no 
monógamas consigue cierta viralidad, le llueven los mensajes de odio. 
Especialmente, si aparece alguna foto suya embarazada. “Remueve ver a 
mujeres que viven como quieren”, sentencia.

Cuando sobrepasan su círculo de seguidores, estas publicaciones alcanzan 
a personas que /sienten /que tienen que increparla por romper esa visión 
arquetípica que se tiene de las madres como seres sacrificados y 
volcados en la crianza, que viven de espaldas al placer. Y no digamos ya 
al placer que sobrepasa el ámbito del tradicional vínculo romántico.

No obstante, aunque aún resulte residual, cada vez son más las parejas 
con hijos que abren sus relaciones de forma ética. “Diría que, en 
general, es un porcentaje bajito, pero también que ha ido aumentando con 
el tiempo poquito a poco”, atestigua Ángela Aznárez 
<https://www.angelaaznarez.com/>, psicóloga especializada en perspectiva 
de género y diversidad de sexualidades, orientaciones, identidades y 
modelos de pareja.

Y el matiz de la ética es importante porque, como indica Anna, 
relaciones abiertas hay muchas (en España, un 42% de los hombres y un 
31% de las mujeres han sido infieles alguna vez, según una encuesta 
realizada para la plataforma de citas para adúlteros Gleeden en 2022), 
solo que se suelen dar a espaldas de uno de sus componentes. “Más del 
50% de las parejas que se casan en España se divorcian, y ¿cuánta 
infidelidad hay…? Ya existen muchas parejas no monógamas, solo que no de 
forma ética. Hacerlo de forma consciente exige vivir conversaciones 
incómodas, mejorar habilidades de comunicación, gestionar tus bloqueos, 
tus traumas, tus heridas, tus inseguridades… Eso no todo el mundo está 
dispuesto a hacerlo”, matiza Anna.

La ficción recoge cada vez más este viraje hacia la no monogamia en 
parejas con hijos. Más allá de /More, a memoir of open marriage/, ya en 
2016, por ejemplo, se estrenó la serie /Easy /en Netflix, que pretendía 
retratar “las vicisitudes de los habitantes del Chicago actual en el 
amor, el sexo, la tecnología y la cultura”. El comentado primer 
capítulo, con Orlando Bloom como protagonista, contaba la historia de 
una pareja con una hija que se sentían atraídos por la profesora de 
música de la pequeña, y le proponían un trío.

    Cada vez hay más gente que se apunta a este tipo de relaciones, pero
    aún no se habla mucho sobre las que somos madres o queremos serlo.
    Si la maternidad nos atraviesa enteras, y la no monogamia también,
    ¿qué pasa cuando ambas se dan a la vez?

    Anna Magde

En España, quizá es Gabriela Wiener la 'madre poliamorosa' más conocida. 
La escritora, que vive con sus parejas e hijes, ha dado a conocer su 
forma de vivir en artículos, libros y hasta obras de teatro, como la 
reciente /Qué locura enamorarme yo de ti,/ 
<https://www.eldiario.es/cultura/enamorarme-cancion-trinchera-sobrevivir-poliamor_1_1060647.html> 
protagonizada por su propia familia.

“Es un ejercicio de liberación, pero también es un gesto político”, 
contaba la autora 
<https://www.vogue.es/living/articulos/teatro-obra-gabriela-wiener-poliamor> 
a Vogue al ser preguntada por su sinceridad a la hora de abordar estos 
temas sobre los que pesan tantos prejuicios. “Ser mujer, sudaca, 
/bisexuala/, pero sobre todo, ser sexual, sigue siendo un ejercicio a 
caballo entre la provocación y la exposición personal”, explicaba, 
apuntando de nuevo a esa aparente paradoja de ser madre y ser deseante.

Pese a esta exposición que a veces puede resultar dañina, son más las 
mujeres hablando de crianza y maternidad públicamente que los hombres. 
“Divulgo en Instagram porque cada vez hay más gente que se apunta a este 
tipo de relaciones, pero aún no se habla mucho sobre las que somos 
madres o queremos serlo. Si la maternidad nos atraviesa enteras, y la no 
monogamia también, ¿qué pasa cuando ambas se dan a la vez? Normalmente, 
la situación nos deja en un lugar menos privilegiado que a los hombres: 
el posparto es duro, muy emocional y vulnerable, y las no monogamias 
también, así que yo trato de dar herramientas a las madres y ofrecerles 
la posibilidad de que encuentren a otras para hacer piña”, relata Anna.

Magde también achaca esta diferencia de género al hecho de que la 
maternidad es un tema que “toca más” a las mujeres por su mayor 
involucración en ella –especialmente, durante los primeros meses–, pero 
también lo relaciona con que sean ellas las que, en mayor medida, 
proponen abrir la relación. Lídia Manot 
<https://www.instagram.com/openmandarina/>, que ofrece servicios de 
acompañamiento en relaciones poliamorosas y crea contenido en redes 
sobre ello, sostiene también que en las consultas que le hacen, el 
impulso para emprender relaciones no monógamas suele provenir de las 
mujeres. Quizá porque, como ocurre con las terapias psicológicas 
<https://www.eldiario.es/era/perversion-conversacion-sobre-salud-mental_1_10526345.html>, 
ellas son más propensas a buscar ayuda que ellos.

La gestión del tiempo en las no monogamias

A la hora de criar en parejas no monógamas, las preguntas se acumulan: 
¿Cómo se gestiona un tiempo, de entrada, muy limitado? ¿Cómo afectan a 
los hijos las relaciones de sus padres? ¿Es mejor contarlo o no contarlo…?

“Una vez que me convertí en madre, mi mundo se tambaleó. Me centré en 
mis criaturas y la manera de relacionarme con mi entorno cambió. La 
relación con mi pareja también se transformó, ya no podíamos disfrutar 
el uno del otro siempre que quisiéramos o resolver los conflictos 
charlando largo y tendido. Vimos que todo tenía que estar mucho más 
medido y había menos lugar para la improvisación. Por eso pienso que, a 
partir de este momento, el tener en cuenta cómo se siente la otra parte 
de la pareja es primordial; debemos asegurarnos de que todos los 
implicados estamos bien con todo lo que acontece, teniendo en cuenta los 
sentimientos que nos provoca siempre. La crianza, sobre todo en los 
primeros años, es absorbente y agotadora, y no siempre estamos 
dispuestos a exponernos de esta manera o a gestionar estas cosas 'extra' 
que pueden dañar nuestra seguridad o nuestra autoestima dependiendo de 
cómo se aborde”, explica Lucía (pseudónimo). Ella y su pareja cerraron 
la relación durante el embarazo y hasta que la pequeña de sus hijas 
cumplió tres años.

“Uno de los conflictos más extendidos en consulta es la gestión de los 
recursos y el tiempo”, reconoce la psicóloga Ángela Aznárez. “Siempre 
decimos que el amor, el deseo de estar con otras personas, es algo 
ilimitado e infinito, pero los recursos no lo son. Esto es algo que 
ocurre de manera general en parejas no monógamas sin hijos, el tema de 
cómo gestionar los tiempos para poder atender a todas las partes con 
encuentros de calidad, sin olvidarse de que también hay que atenderse y 
dedicarse tiempo a uno mismo, claro. Si además a esto le añadimos el 
tema de tener hijos, la cosa se complica un poco más y se hace difícil 
poder llegar a todo. Hay algunos momentos de la crianza en los que se 
puede convertir en algo directamente inviable; en esos casos, a veces se 
toma la decisión de cerrar la relación temporalmente”.

    Uno de los conflictos más extendidos en consulta es la gestión de
    los recursos y el tiempo. El amor, el deseo de estar con otras
    personas, es algo ilimitado e infinito, pero los recursos no lo son

    Ángela Aznárez — psicóloga

La escritora Anna Sentís <https://www.instagram.com/lavulnerable/>, por 
su parte, asegura que el hecho de ser madre no ha interferido en el modo 
de relacionarse con sus vínculos. Durante su embarazo, eso sí, ella y el 
padre de su criatura también sintieron que era mejor cerrar su relación 
no monógama, pero tras su divorcio, Sentís vive con naturalidad las 
relaciones con sus parejas. De hecho, considera que esta pluralidad de 
afectos es buena para la familia. “Mi hijo se ha podido nutrir y 
aprender de cada persona, ya sea por distintas maneras de ser y actuar, 
como por el tipo de relación que ha creado. Pero, al final, creo que lo 
que integra es que somos plurales y que podemos convivir y entender al 
otre”.

Para Anna Magde, su difícil embarazo también supuso cierta pausa en el 
contacto con sus vínculos, pero no sucedió lo mismo con el padre de su 
hija. “Mi pareja estaba más sexual que yo”, recuerda. A través de 
conversaciones y chequeos constantes del bienestar emocional del otro, 
se llegó al acuerdo de que él siguiera con su vínculo, a la que Anna 
conocía y con la que se sentía respetada, una situación con la que ella 
se sentía completamente cómoda gracias a los cuidados constantes 
recibidos por parte del padre de su hija: “Yo quería que disfrutase”.

Ahora que la niña tiene unos meses, la pausa de Magde en la relación 
presencial con sus vínculos continúa en cierta medida, pues dedica la 
mayor parte de su tiempo a su bebé. No obstante, se siente apoyada por 
su pareja, que se queda con su hija cada día durante dos horas para que 
ella pueda dedicarse a lo que le apetezca, incluida su red de afectos. 
“Para mí, la solución es tener una pareja corresponsable, que esté tan 
interesado en tus vínculos como tú”, resume. Además, igual que Sentís, 
también Magde enfatiza el hecho de que en una relación no monógama se 
suele contar con una red de apoyo mayor, lo que redunda asimismo en la 
facilidad a la hora de apoyarse con el cuidado de la criatura: “La no 
monogamia rompe con la familia nuclear”.

Germain Ramón <https://www.instagram.com/germainramon/> es uno de los 
pocos padres que, como Magde, Manot o Sentís, habla y comparte contenido 
y reflexiones sobre este tipo de relaciones en redes sociales –contó su 
experiencia en primera persona 
<https://www.eldiario.es/nidos/hablo-hijos-relaciones-poliamor-sexo-entiendan-normal-cosas_1_10524041.html> 
a elDiario.es–, y es consciente de que, por ser hombre, recibe un trato 
mucho más suavizado que las madres. “Claramente, no se juzga igual a 
padres y madres no monógamas. Los sesgos sociales de género todavía son 
latentes y condicionan y oprimen a las personas identificadas como 
mujer, al igual que las personas disidentes en orientación sexual. Yo 
comencé compartiendo a modo de reflexión, como trabajo de deconstrucción 
de la orientación relacional y la masculinidad, pero poco a poco acabó 
convirtiéndose en un compromiso social y espero que un legado al que mis 
hijos puedan recurrir, cuestionar y reinterpretar”, cuenta.

De hecho, en su opinión, este tipo de relaciones son una extraordinaria 
herencia para sus criaturas, aunque levanten cejas. “Todo paso que se da 
en la crianza que pueda ser un cambio significativo o que rompa con los 
patrones heredados en la vida de los niños se toma como algo delicado y 
con más aprehensión que motivación. Pero el trabajo de introspección, 
comunicación honesta y el trabajo por la horizontalidad de las 
vinculaciones que tenemos en las no monogamia es casi constante. Eso les 
aporta validación en sus necesidades, pensamiento crítico y herramientas 
de gestión emocional en las diferentes situaciones cotidianas, buenas y 
no tan buenas. Una generación con todo ese trabajo ahorrado dispondrá de 
más herramientas para afrontar la edad adulta con unas bases, a mi 
parecer, tan valiosas para con ellos mismos como para su entorno”, dice 
Ramón. Y continúa: “Las no monogamias aportan un valor incalculable a la 
realidad de que, como especie, somos interdependientes y necesitamos 
cuidarnos no solo en lo emocional, romántico o sexual, sino también para 
preservar y atesorar lo humano y crear estructuras sociales más 
sostenibles con el mundo en el que vivimos”.

    Claramente, no se juzga igual a padres y madres no monógamas. Los
    sesgos sociales de género todavía son latentes y condicionan y
    oprimen a las personas identificadas como mujer, al igual que las
    personas disidentes en orientación sexual

    Germain Ramón

A Anna Magde, por ejemplo, le resulta curioso que nadie vea raro que un 
pequeño viva en una casa en la que los padres discuten continuamente, 
con el nivel de violencia que eso genera, pero que se enciendan todas 
las alarmas si la relación de los progenitores se sale de lo habitual. 
“Los niños solo necesitan ver que hay amor en casa”, resume.

*¿Contarlo o no contarlo? *

Típicamente, todo lo relacionado con la sexualidad de los padres es un 
tema que causa cierta /vergüenza/ a sus hijos. En el caso de las 
relaciones no monógamas, a este tabú se le añade el extra de abordar un 
tipo de relaciones a las que aún rodean muchos prejuicios. De ahí que 
todos entendamos la inquietud que presenta la escena con la que se abre 
el libro de Molly Roden.

Sentís, no obstante, dice vivirlo con naturalidad. “En una familia de 
progenitores homosexuales, no se les explica explícitamente 'Oye, que 
tenemos esta orientación sexual'. Le cuento lo que va preguntando 
adaptado a su edad y si no hay preguntas, no veo por qué tengo que 
explicarle. Mi hijo sabe que soy bisexual, pero porque un día hablando 
de orientación sexual y de lo que significaban ciertas palabras, me 
preguntó si a mí me gustaban los chicos o las chicas”, ejemplifica.

Magde tampoco piensa dejar a su hija al margen del tipo de relación que 
tiene con su padre. “Ella va a ver lo que hay en casa, se lo contaremos 
de forma natural, orgánica. Es algo que le estamos aportando: ya no 
tendrá que luchar contra el amor romántico”. No obstante, para 
protegerla de comentarios dañinos, también quieren dejarle claro que es 
una situación íntima, que ocurre en su casa pero no necesariamente en el 
resto. “Queremos que conozca a nuestros vínculos, no ocultarlo. Se lo 
iremos explicando entendiendo que es algo que no es normal. Que, aunque 
lo haga cada vez más gente, es una situación que no todo el mundo va a 
entender”.

De hecho, en opinión de todos los entrevistados, la proporción de 
parejas no monógamas con hijos va a crecer en los próximos años. “Cuando 
mi pareja y yo nos casamos, me llamó mucho la atención que en las 
cláusulas se indicaba que solo se puede estar casado con una persona a 
la vez. Pensé que, posiblemente, en unos años esto podría quedar 
obsoleto y cambiar, como otras cosas lo han hecho”, recuerda Lucía.

    Hay que tener muy claro de qué forma se quiere vivir la no
    monogamia. No hay una manera única de ser poliamoroso; creo que la
    clave está en construir relaciones a medida de las personas que la
    forman y, desde ahí, crear acuerdos éticos y respetuosos con todas
    las partes

    Ángela Aznárez — psicóloga

“Pensar que si no les cuento algo, obviará que mis hijos lo perciban me 
resulta iluso”, establece, por su parte, Ramón. “Siempre están 
recibiendo información de sus referentes, no sólo a través de lo que se 
comparte verbalmente. Eso nos compromete, intrínsecamente, a ser 
honestos y congruentes con nuestras gestiones de las experiencias que 
vivimos, como enamoramientos, duelos, las dinámicas en nuestra 
relaciones, etc”.

Lucía, no obstante, prefiere que sus relaciones y sus hijas no se 
/mezclen: /“Intento que sean dos mundos separados. Cuando me toca estar 
con mis hijas, que es la mayoría del tiempo, estoy con ellas y para 
ellas. Lo demás es un añadido de mi tiempo 'libre' que puedo dedicar a 
esto. Sin embargo, creo que tarde o temprano les trasmitiremos nuestra 
manera de vivir las relaciones, aunque no les digamos cómo lo hacemos 
explícitamente. Para nosotros, es una manera sana de conocernos, 
explorarnos y vernos en otros entornos y situaciones, que nos ayuda 
también a ser sinceros y empatizar al máximo posible con los deseos de 
nuestra pareja”.

En opinión de la psicóloga Ángela Aznárez, no hay una decisión 
'correcta' al respecto de compartir o no con los hijos las 
características de nuestra relación. Lo que sí que considera evidentes 
son los ingredientes que hacen falta para vivir de manera plena una no 
monogamia con criaturas de por medio: “Hay que tener muy claro de qué 
forma se quiere vivir la no monogamia. No hay una manera única de ser 
poliamoroso; creo que la clave está en construir relaciones a medida de 
las personas que la forman y, desde ahí, crear acuerdos éticos y 
respetuosos con todas las partes. Eso implica ser muy realistas con los 
recursos disponibles en el caso de tener hijos, ya que no vas a tener la 
misma disponibilidad para tener citas con otras personas, irte de viaje 
con tu otra pareja o vínculo, pasar la noche fuera… ajustar expectativas 
es fundamental para poder saber qué esperar y qué proyección tiene la 
relación”.

"""

Jesús
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